Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Caricias

La caricia es un medio riquísimo de percibir y dar placer. Aprender a acariciar y ser acariciado y disfrutar de la caricia no sólo es un objetivo deseable para alcanzar el placer, sino un proceso placentero en sí mismo. Descubrir poco a poco lo que nuestra piel es capaz de hacernos sentir, abandonarnos al estímulo de la caricia que nos proporciona el contacto de una mano o de un cuerpo, abrirnos a las nuevas sensaciones, explorar lo que cada tramo de nuestro cuerpo nos descubre... está a nuestro alcance, proporcionándonos largos ratos de placer, de intimidad, de afecto, ternura, cuidados y atenciones que enriquecen nuestra vivencia del cuerpo, de la relación y ahondan en una gratificación sólida para nuestra autoestima.

Todo el cuerpo puede ser objeto/fuente de placer. La caricia de cualquier zona de nuestro cuerpo nos puede reportar gratificación sensorial, solo es necesario que la hagamos o la recibamos de la forma adecuada: no es lo mismo una caricia que produce cosquillas, o un pellizco que produce dolor, o irritar una zona por excesiva presión, que la caricia con el tacto, la presión y la frecuencia adecuadas.

Cada persona es un mundo distinto en cuanto a la sensibilidad, es decir, en su capacidad para sentir los estímulos del contacto con nuestra mano, nuestros labios o nuestro cuerpo. Por eso es necesario aprender cómo responde la piel y los sentidos de la otra persona. Importante también es saber cómo respondemos nosotros mismos para poder transmitírselo a nuestro/a compañero/a.

No obstante la diversidad de estímulos y las diferencias entre distintas personas, hay unas zonas en donde por lo general el sentido del tacto está más desarrollado.

Los dedos y las manos son una parte del cuerpo muy entrenada para percibir el exterior y reconocer la textura de los objetos, por lo que es, junto con la vista, una de las terminaciones sensibles que más nos aportan para poder disfrutar de nuestro cuerpo y del de nuestra pareja (sexual) y para hacerla gozar.

Pero el tacto no sólo está en las manos, también tenemos tacto en el resto del cuerpo, por lo que todo él sirve tanto para recibir como para emitir. Un abrazo, una caricia con nuestra pierna, un roce con nuestra mejilla, etc., son vehículos para gozar y hacer gozar. No limitarnos en nuestra capacidad, enriqueciendo nuestras posibilidades de placer, impedirá la rutina de las relaciones.

Besar unos labios o acariciarlos con los dedos, posar nuestros labios sobre la otra piel en toda su extensión, lamer con nuestra lengua, es un juego que despierta y acrecienta nuestro deseo y erotismo.

Expresa emociones



El beso, al igual que las caricias, es también expresión de lo que sentimos, podemos expresar ternura, amor, deseo, pasión, toda una gama de emociones que se manifiestan a través de nuestros labios, en la forma en que los juntamos a la otra piel, en el modo en que entreabrimos nuestra boca, mordemos otros labios, rozamos las comisuras con nuestra lengua, o la introducimos para recorrer el paladar de nuestra pareja...

Convienes saber y experimentar que el beso puede ser delicado, sensual, sexual, tierno, apasionado, etc. Pero, sobre todo, tiene que resultar agradable y ser aceptado por la otra persona. Nunca debemos forzar un beso -como tampoco hemos de forzar una caricia o un abrazo- ni hacerlo en condiciones de mala higiene o con excesiva salivación, siempre hemos de estar atentos a las reacciones de la otra persona.

Objetivo: disfrutar



El placer de la caricia, del contacto, del beso y de la cercanía de dos cuerpos no está en lograr una meta final como el coito o la masturbación. El placer consiste en disfrutar de cada momento, de recrearse en cada sensación que nos provoca la situación.

En otro epígrafe veíamos que no todo el mundo tiene la misma sensibilidad (habilidad para percibir sensaciones) y que se puede ampliar y reeducar para obtener más placer en nuestras relaciones y con nosotros mismos.

Comunicarnos



La caricia es una forma de comunicación, es un medio de aproximación, es una manera de decir "estoy contigo", "te siento", "te aprecio", "te tengo en cuenta", "estamos juntos", etc. Dado que el lenguaje que utilizamos habitualmente suele estar mediatizado por situaciones de preocupación, cansancio y estrés; la búsqueda y creación de situaciones en las que podamos utilizar el lenguaje de la caricia para expresar a nuestro/a compañero/a lo que sentimos por el/ella es de muchísima importancia.

Sugiero lectura del artículo 'Acariciar' en el blog lolasalinas-psicologa.com/wordpress/
Es un complemento a lo expuesto en los párrafos anteriores. Incorpora algunos conceptos  y ejemplos útiles sobre las distintas modalidades emocionales de caricia: genuina, egoísta, manipuladora, automática, obligada y los efectos que puede provocar.


©Lola Salinas