Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Tu Cuerpo

"Ayer, mientras tomaba una cerveza en la plaza, vi pasar a Ana. Hace diez años que no nos vemos. La vista de su imagen me produjo un gran impacto. Sentí que se aceleraba el pulso y que empezaba a sudar y se generaba un poco de ansiedad. Volví a experimentar los mismos síntomas que me producía su cercanía cuando nos conocimos. En esta ocasión a los pocos minutos desapareció esa primera reacción que dio paso a una sensación de alegría, curiosidad e indecisión. Estaba guapa y su cuerpo se movía con la misma gracia, con esa elegancia y ligereza tan propias de ella. Muchos recuerdos pedían paso y se atropellaban en mi mente. Deseaba disfrutar de su encanto, tenía curiosidad por saber qué era de su vida y por hablarle de lo bien que me encontraba ahora... y al mismo tiempo no estaba seguro de querer hacerlo..." (Salinas, D. 2002)

La presencia de un cuerpo, la visión de una cara, la caricia de una mano, el recuerdo de una voz..., son experiencias en las que todo nuestro cuerpo participa. En este proceso que describíamos en el relato, interviene de modo casi inconsciente todo el cuerpo, desde la vista, el córtex cerebral, el sistema límbico, el lóbulo frontal, el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico, etc., etc. Aunque el protagonista de nuestro relato haya experimentado muchas sensaciones en su cuerpo, solo será plenamente consciente de esas sensaciones cuando preste atención al lenguaje de su propio cuerpo.

Cultura



En la actividad sexual, sucede lo mismo. También intervienen un sinnúmero de mecanismos de nuestro cuerpo que participan de forma conjunta, interactuando para producir las situaciones y los medios necesarios para satisfacer mucho más que el instinto sexual de la reproducción. Nuestro cuerpo no es sólo una maravillosa obra de ingeniería orgánica, es también cultura, es también una dimensión social. Es todo ello, sin que podamos separar lo uno de lo otro, salvo con fines puramente analíticos o expositivos.

La sociedad y la cultura están incorporadas a nuestro sistema nervioso a través de las distintas funciones cognitivas (aprendizaje, relaciones, memoria...) y emocionales centralizadas en el cerebro y en los distintos organos que lo integran.


Sistema nervioso



Generalmente, en la educación sexual y en el aprendizaje por la experiencia, se habla mucho de los órganos genitales y las partes erógenas del cuerpo para explicar cómo responde nuestro organismo en situaciones eróticas. Casi siempre se olvida explicar que el cerebro -con funciones complejas como percibir, pensar, memorizar, relacionar, recordar, elaborar sentimientos, etc. y sus órganos especializados- junto con el resto del sistema nervioso, son los grandes responsables del 90% de nuestro comportamiento, de nuestro desarrollo erógeno, de nuestra capacidad para el placer, de la adecuada respuesta sexual y del sentimiento de satisfacción o insatisfacción.

Tomar conciencia de todo nuestro cuerpo, no desestimar ni un solo rincón de él como fuente de gratificación, nos llevará a una vivencia del placer mucho más rica, más amplia, más intensa, menos rutinaria y más compleja.

Gracias al sistema nervioso, todo el cuerpo puede participar de las sensaciones que produce una caricia, un beso, un abrazo o una mirada. Cualquier parte de nuestra piel (cara, parte interior de nuestros brazos, muslos, pies, etc.) o de nuestros miembros (orejas, cuello, vientre, muslos, espalda, etc.) puede ser objeto de estimulo y provocar reacciones placenteras en nuestro sistema nervioso (ver capítulo de percepción y sensaciones).

Concebir el cuerpo como un reducido grupo de órganos genitales y zonas erógenas concretas es limitar mucho el amplio abanico de placer que podemos obtener al "utilizar" todo nuestro cuerpo. Cierto es que los órganos genitales y algunas zonas concretas, como el pecho de las mujeres, son especialmente sensibles y están dotados de numerosas terminaciones nerviosas para producir una intensidad de placer muy alto.

¡Ojo! que por la misma razón, también puede producir mucho rechazo si la caricia no es bien recibida, es reiterativa, rutinizada o no es adecuada. Sin embargo, no es menos cierto que el resto de nuestro cuerpo, también está dotado de terminaciones nerviosas, sensibles al contacto con una mano, unos labios, el roce de otra piel, el cabello de nuestro/a acompañante, etc.

Experimentar



En la medida en que adoptemos una actitud de relajación; de disposición abierta al goce; a la experimentación; a la búsqueda de esos rincones desconocidos; al juego de descubrir nuevos placeres, nuevas formas de aportar el placer y nuevas zonas de percibirlo; descubriremos que nuestro cuerpo es un ancho y vasto mapa erógeno, sin límites, sin zonas insensibles. Descubriremos que nuestro cuerpo, todos sus órganos: desde el propio cerebro, hasta el codo y el dedo meñique, pueden ser objeto de nuestra caricia y nuestro placer. No olvidemos que un componente importante de la sensación de placer es psicológica. La sensación de ser atendidos, de ser plenamente aceptados en toda nuestra extensión, es en si misma un gran placer que podemos experimentar cuando nos dan un masaje, por ejemplo.

Descubrir



Nuestro cuerpo y el cuerpo de nuestra pareja, todo en su conjunto puede ser un vasto territorio a explorar. Una actitud paciente, que se recrea en cada paso que se da, en cada nueva postura que se practica, en cada nuevo beso que se disfruta... es la mejor fórmula para la satisfacción. Ir descubriendo poco a poco, ir inventando, creando e incorporando nuevas formas de obtener y dar placer es en sí mismo un ejercicio placentero.

Por más que en las páginas que se escriben sobre sexualidad, se detallen o recreen, posturas, prácticas, zonas erógenas, etc., el factor más importante y definitivo a la hora de dar y obtener placer es la actitud curiosa, abierta, paciente, desinhibida, tolerante y generosa. Con esos ingredientes se tiene un 80% de posibilidades de obtener el éxito y la satisfacción. El otro 20% se debe a una correcta información sobre nuestro cuerpo y sus funciones.

Para muchas personas, hombres y mujeres el cuerpo es un gran desconocido al que prestan sólo una atención puntual, superficial, práctica y funcional. Para disfrutar del placer en todas sus vertientes y con toda la intensidad necesitamos conocer nuestro cuerpo y el cuerpo de nuestra pareja. La anatomía genital es una parte del cuerpo que conviene conocer muy bien, al igual que el resto. Es bueno recordar que no hay un solo lugar "prohibido", que todo nuestro cuerpo se merece el mismo interés, dedicación, placer y atención.

En el apartado de Genitales femeninos y masculinos nos referimos con más detalle a la anatomía genital. No obstante, hay otros órganos que participan en la respuesta sexual muy activamente y de forma determinante.

El cerebro



Es el órgano sexual más importante de las personas, hombres y mujeres. Sus funciones cognitivas, perceptivas, emocionales y psicológicas van a determinar la experiencia, el modo de reaccionar, el tipo de respuesta sexual, la interpretación de las situaciones, la actitud, las sensaciones de placer, satisfacción, temor, bienestar, insatisfacción, etc.

El cerebro es el órgano que rige absolutamente todos nuestros actos voluntarios, y muchos de los involuntarios. En el caso de la sexualidad, y más concretamente de la respuesta sexual, es un factor determinante.

El ámbito psicológico es el encargado de dar significado a una caricia, de modo que nos resulte placentera o desagradable. La misma caricia, va a estar sometida a la interpretación que nuestro cerebro haga de ella, dependiendo del contexto, nuestro humor, que consideremos o no apropiado el momento, etc.

También es el encargado de percibir las sensaciones, tomar conciencia, adoptar una actitud relajada, concentrarse en el placer... Es decir, de forma voluntaria o involuntaria (según sea nuestro conocimiento y entrenamiento), va a ser el responsable de nuestra capacidad y habilidad para disfrutar.

Glándula Pituitaria



La pituitaria anterior es una glándula liberadora de hormonas. Se encuentra en la base del hipotálamo. Con la liberación de hormonas que son dirigidas a ovarios y testículos, estas hormonas les indican cuando producir andrógenos, estrógenos y progestinas. Contrariamente a lo que todo el mundo cree, los ovarios y testículos liberan las mismas hormonas. La testosterona es el andrógeno más común, el estradiol el estrógeno más común y la progesterona es de las progestinas, la más común. 

La diferencia fundamental entre la función endocrina entre hombres y mujeres es que las mujeres tienen unos niveles de hormonas gonadales que atraviesan un ciclo que se repite aproximadamente cada 28 días, controlando el ciclo menstrual. Sin embargo, los hombres tienen un sistema neuroendocrino muy regular y sin ciclos.

©Lola Salinas