Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Masturbación

La masturbación puede ser una experiencia sexual compartida o solitaria. Ambas tienen un alto grado de satisfacción y procuran a las personas un bienestar muy positivo, ya sea por la liberación de tensiones o por el disfrute de la fantasía o del placer que damos a la otra persona. Podemos masturbarnos en soledad, podemos hacerlo delante de nuestra pareja, podemos dejar que nuestra pareja nos masturbe o hacerlo nosotros, simultánea o alternativamente.

Las posibilidades son muchas y el placer que se obtiene muy alto. Incluso en casos de estrés por trabajo o situaciones personales, la masturbación puede ser una vía de liberar tensiones no sólo inocua sino muy beneficiosa.

Los hombres y mujeres cuando se masturban en soledad utilizan la fantasía y/o material erótico o pornográfico, impreso o audiovisual como medio de provocar la excitación que acompaña a la estimulación de los genitales. En los hombres es más común la focalización en el pene, en las mujeres la estimulación puede ser combinada o alternada entre el clítoris y la vagina, incluyendo caricias en el pecho, las nalgas, los muslos y vientre.

También es común la utilización de "juguetes" u objetos sexuales, como vibradores, estimuladores o penes artificiales. Hay mucha variedad de ellos en el mercado, con tamaños colores y texturas diferentes, adaptables a muy diversos gustos.

La masturbación a través del autoerotismo es un excelente medio para producirnos placer y para aprender a conocernos y a saber cómo y ante qué caricias y posturas reaccionamos mejor. Nos ayuda a conocer nuestro cuerpo y posteriormente también a aprender a conocer el cuerpo de nuestra pareja. En general, se tratará de descubrir cómo responde nuestro pene, nuestro clítoris o nuestra vagina al contacto con nuestros dedos y nuestras caricias. Aprender a saber relajarnos, fantasear, combinar distintas caricias, acelerar la intensidad, adoptar distintas posturas...

Sin embargo, masturbar al compañero/a de juegos sexuales requiere de una mayor pericia y atención para saber conducir nuestras caricias y movimientos con delicadeza tratando de acoplar el ritmo al nivel de excitación que el/ella nos muestre. Conviene saber que la forma de masturbar un pene o un clítoris y una vagina es muy distinta y que por lo tanto hemos de adoptar distintas actitudes ante nuestro compañero/a si es de otro género.

La masturbación hecha por la otra persona produce unas sensaciones muy placenteras y en cierto modo distintas de las provocadas por nosotros mismos porque introducen elementos de sorpresa y de atención que nos hacen desear con más vehemencia la caricia, provocando una excitación de gran intensidad. La sensibilidad de nuestra pareja, su atención a nuestras indicaciones, la relajación y confianza, así como la facilidad para comunicarse harán que se consigan grados de placer que difícilmente se alcanzan en la soledad.

Siempre es conveniente una buena lubricación para no producir irritación, en el caso de la estimulación manual del clítoris la lubricación se puede obtener del flujo vaginal o de la saliva propia o del compañero; un gel apropiado para los genitales femeninos o masculinos pueden ser de gran utilidad para ambos genitales.

Conviene recordar que no hay estímulo físico que produzca placer si no hay una persona erotizada. No debemos acariciar los genitales si la persona no está erotizada.

El pene responde muy bien a la presión de la mano, no excesiva, alrededor del tronco, y a los movimientos rítmicos de arriba abajo, que deslizan la piel sobre el pene. Al tiempo se puede combinar con ligeros toques y caricias circulares de la otra mano sobre el glande, que es la zona de mayor sensibilidad. Habremos de subir la intensidad del ritmo a medida que los jadeos y movimientos de nuestro compañero se incrementen, anunciando que su excitación está alcanzando cotas de clímax. La masturbación del pene también se puede realizar entre los muslos o entre los pechos. Podemos hacer movimientos de vaivén, movimientos circulares, pequeños golpecitos... El mejor estímulo es el que va cambiando la intensidad y acompaña al ritmo de las sensaciones de quien es estimulado.


La masturbación de la compañera de juegos se puede iniciar acariciando el vientre, bajando intencionadamente al pubis, recreándonos en esta zona que tiene un alto potencial erótico; abriendo los labios, acariciando los labios mayores, frotándolos y pellizcándolos con suavidad; pasando a los labios menores, rozándolos, acariciando la zona que rodea a la vulva por dónde se extiende la musculatura del clítoris, deslizando los dedos por la entrada a la vagina, humedeciéndolos y pasando luego al clítoris, primero a la piel que lo recubre, acariciando muy suavemente, apenas ejerciendo presión y luego destapando el glande el clítoris y estimulándolo con mucha suavidad y rítmicamente. También se puede humedecer nuestro/s dedo/s introduciéndolo en la boca para mojarlo con la saliva y  dirigiéndolo al clítoris.

La masturbación de la mujer se puede combinar con penetración vaginal de pene o de dedo y/o la penetración anal. Las posturas más adecuadas para esta combinación son las de sentarse encima o la de yacer de espaldas uno al lado del otro. Mientras una mano puede acariciar los senos, las nalgas o el vientre. Hay mujeres que prefieren concentrar toda la caricia en los genitales, otras prefieren la dispersión del placer. Será todo un aprendizaje, divertido, motivante y muy placentero.

Siempre debemos estar atentos a cómo responde la pareja a nuestros estímulos. Si no vemos muestras de placer algo no está funcionando.


©Lola Salinas