Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Higiene sexual

Un tema muy importante en las relaciones sexuales es la limpieza  de nuestro cuerpo. Es muy conveniente estar limpios y/o habernos duchado o aseado antes de iniciar una relación sexual. El mal olor, los restos de sudor o suciedad pueden provocar sensaciones incomodas y de rechazo, que de otro modo no surgirían. La falta de cuidado y protección también pueden producir infecciones y otro tipo de problemas. Además, un buen olor y la sensación de limpieza e higiene favorecen notablemente el acercamiento y el disfrute. Esto es aplicable tanto a hombres como a mujeres. Nuestra pareja estará mucho más deseosa de agradarnos si nuestra cercanía le resulta agradable.

En cuanto a la higiene, los genitales habitualmente están en contacto con un tipo de gérmenes para los que desarrollan defensas y no se infectan, pero para otro tipo de gérmenes no tienen esa capacidad de respuesta, por lo que fácilmente se puede provocar una infección. Así que, no sólo es agradable y conveniente una higiene constante de los genitales y, por supuesto, previa a cualquier relación sexual; también es de enorme importancia la higiene de la boca y de las manos de quien estimula. Conviene lavarse las manos con jabón para eliminar restos de suciedad y gérmenes, así como cepillarse los dientes y realizar un enjuague bucal.

Por la misma razón, conviene recordar que una vez introducido cualquier objeto o parte de nuestro cuerpo en el recto (dedos, lengua, pene, etc.) no debemos rozar otra parte de los genitales femeninos, porque el recto contiene unas bacterias con un elevado potencial de infección para la mucosa de la vagina y la uretra. En estos casos, además de ser necesaria la utilización de preservativo para introducir el pene, es deseable proceder a lavar los dedos o el objeto que se desee introducir en la vagina.

Indispensable comentar que todas las prácticas sexuales que impliquen contacto con los fluidos seminales, vaginales o anales y por lo tanto en las zonas donde estos se producen implican una práctica de riesgo en la transmisión de enfermedades sexuales, incluido el virus del VIH. Por ello cualquier práctica como el sexo oral, la penetración - ya sea vaginal o anal - requiere que tomemos las medidas preventivas adecuadas, como son la utilización de preservativo o asegurarnos de la buena salud propia y de nuestra pareja.

Contrariamente a lo que se piensa, no es bueno que la mujer se lave con jabón la vulva ni la vagina en su limpieza diaria, ni después de las relaciones sexuales. Es preferible que lo haga sólo con agua para evitar destruir la flora. Conviene observarse con frecuencia y si detectamos cualquier fluido extraño o malos olores, consultar con nuestro centro de salud para detectar posibles infecciones.

Los penes no circuncidados deben limpiarse con mayor detenimiento en la zona del glande, procurando apartar haca atrás el prepucio para acceder al área donde suelen acumularse más los fluidos.


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