Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Inmadurez

La madurez de los dos miembros es muy recomendable en las relaciones de pareja. La inmadurez de ambos o la existencia de un desequilibrio de madurez puede producir mucho malestar, incomprensión, frustración, desajustes y fricciones.

La madurez es un equilibrio entre la edad, el desarrollo y la adaptación al entorno. Es el desarrollo de los rasgos de personalidad de un modo integrado, coherente y eficaz para mantener relaciones con uno mismo y con el entorno.

En la etapa de la vida adulta son rasgos de madurez la responsabilidad, la disciplina, saber posponer la gratificación, saber tolerar las contrariedades, saber negociar las diferencias, ser conscientes de nuestro perfil de personalidad, tomarnos las cosas con mesura, saber racionalizar los acontecimientos, analizar las experiencias y aprender de ellas, aceptar un error, saber pedir perdón, eliminar los complejos... y un largo etc.

El trabajo personal para madurar puede durar toda la vida porque es posible que en algunos rasgos de nuestra personalidad seamos maduros y en otros seamos inmaduros. Una relativa madurez, consistiría en ser conscientes de estas diferencias y responsabilizarnos de trabajarlas para desarrollar la madurez en todos los aspectos. No se trata de ser perfectos, se trata de ir puliendo nuestros rasgos inmaduros para poder tener un equilibrio personal que se refleje también en nuestras relaciones sociales y de pareja.

La inmadurez de uno o de dos de los miembros de la pareja puede llevar a situaciones de conflicto constantes, nos impide disfrutar de un bienestar sostenido y plácido. La inmadurez puede llevar a ser caprichoso, a tener mal humor por nada, a ser inconstante en nuestras obligaciones, a no saber actuar en las situaciones, a no analizar adecuadamente un error que hemos cometido, a ser muy exigentes con los demás y poco con nosotros...

Todas estas situaciones pueden deteriorar mucho las relaciones de pareja y la vida personal, es muy conveniente y aconsejable que las trabajemos en terapia o en coaching para lograr ese equilibrio tan deseable y eficaz.

Algunos ejemplos de qué es madurar y para qué nos sirve:

La madurez es la habilidad para aceptar la realidad tal como es, no como nos gustaría, y responder a ella con la mejor de nuestras actitudes, a pesar de que contraríe nuestros deseos, expectativas u objetivos más inmediatos.

La madurez es la habilidad para conjugar la honestidad, la sinceridad, la vitalidad y entusiasmo por la vida con la sensatez, el equilibrio, el bienestar y nuestras metas a medio largo plazo.

La madurez es saber amar en cualquier circunstancia, es atender y tratar bien a las personas que estimamos, con independencia del grado de implicación que tengamos con ellas o el tipo de expectativas que generamos hacia ellas y con independencia de si éstas se cumplen o no.

La madurez es conocernos sin engañarnos, sin falsos estereotipos, sin miedos, sin exigencias paralizantes, sin idealización, sin dejar de querernos, sin esperar nada que no seamos ya, sin compararnos con nuestras pretensiones, sin humillarnos o acomplejarnos por lo que no hemos logrado.

La madurez es disfrutar de las más pequeñas cosas: el olor del pan, descubrir un nuevo vegetal comestible, ser capaces de interesarnos por una canción, bailar a solas, mirar la luz a través de la ventana, pasear sobre la hojarasca en otoño, sentir la brisa con los primeros rayos templados de la primavera, escuchar algo gracioso, reírnos de nuestras tonterías…

La madurez es no victimizarnos, no culpabilizarnos … La madurez es coger las riendas, responsabilizarnos de la vida que nos queda por vivir. La madurez es no recrearnos en el fracaso y ver lo que podemos hacer con los pedazos de lo que se rompió o dejamos caer. La madurez es comprender.

La madurez es aprovechar cualquier situación para aprender a ser. Aprender a navegar, a respirar, aprender a vivir, aprender a amar, aprender a aceptar, aprender a tolerar, aprender a comprender a otros, aprender a empatizar, aprender a afrontar, aprender a esperar, aprender a valorar, aprender a aprender….

La madurez es responsabilizarnos de obtener bienestar en la incertidumbre, la contrariedad, el problema y el duelo. La madurez es tomar conciencia de que estás vivo, no caer en la desesperanza ni esperar que nadie nos salve de la desilusión, la tristeza, el decaimiento, el sufrimiento o la desorientación.

La madurez es la integridad, lograr que convivan en paz todos nuestros rasgos, habilidades, vivencias, errores, aciertos y esperanzas.

La madurez es darte derecho a disfrutar, buscar lo que te complace y hacerte responsable de intentar conseguirlo. La madurez es aceptar un no o un basta por respuesta, es respetar los límites que otras personas te ponen cuando tus objetivos se internan en su camino.

La madurez es aprender a decir no y basta; es saber poner límites sin herir los sentimientos ni  menospreciar a aquellos con quién interactuamos. La madurez es ser honestos y no confundir, engañar o hacer perder el tiempo a los demás.

La madurez es aprender a valorar lo que otras personas ofrecen, con independencia de si nos sentimos afines o no, de si es o no beneficioso para nosotros, de si va acompañado de otras cosas que no nos placen.

La madurez nos sirve para aprovechar el tiempo, para lograr el equilibrio y el bienestar, para crear lazos sólidos, para rendir cuentas a la vida y saber que no la hemos desperdiciado, para ser eficaces satisfaciendo nuestras necesidades, para desarrollar todo nuestro potencial, para que nuestra felicidad sea sólida y solo dependa de nosotros.

©Lola Salinas