Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Conductas Sexuales

La conducta es el modo en el que actuamos, la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con el exterior. La conducta es la forma en que hacemos las cosas, tratamos a los demás, resolvemos nuestra vida diaria, decidimos sobre nuestros asuntos...

Una conducta o comportamiento generoso es aquel en el que la persona que lo manifiesta demuestra interés por lo que sucede a su alrededor, actuando en consecuencia, movilizándose para agradar, satisfacer o resolver un problema a otra(s) persona(s).

Todo comportamiento tiene sus raíces en las actitudes y creencias que esa persona ha desarrollado y adoptado para manejarse en la vida. A pesar de que un comportamiento pueda ser casi automático, porque apenas necesitamos pensar en lo que queremos hacer, bastándonos unos segundos para reaccionar, sin embargo, detrás de él hay una actitud y una creencia que lo motivan.

Si me ruborizo cuando alguien me dice que estoy muy guapo, y acto seguido bajo los ojos, o trato de desviar el tema de conversación, etc.,  por más que reaccione de forma inmediata y sin que sea capaz de darme cuenta de qué es lo que pasa por mi mente en ese momento, sin embargo, aunque de forma muy rápida, sí pienso algo y se pone en marcha una actitud. Normalmente nos ruborizamos porque nuestro cuerpo reacciona físicamente (concentración del riego sanguíneo) a una alarma del cerebro generada por nuestra timidez (actitud). Quizá una falsa creencia de que no somos dignos de halagos, o bien la idea de que un halago tiene más contenido que el simple trato social, etc. haga que adoptemos una actitud tímida ante un halago y nos comportemos en consecuencia tratando de evitar la situación.

En este caso el comportamiento asociado a una actitud tímida se refiere a una reacción de nuestra forma de relacionarnos con los demás: nos callamos, evitamos ciertas situaciones, huimos de encontrarnos con alguien, etc.

El comportamiento sexual se nutre también de toda nuestra gama de actitudes y creencias respecto del sexo. Si creemos que las relaciones sexuales son sanas, agradables, divertidas, enriquecedoras y que nos satisfacen, probablemente adoptaremos una actitud proactiva y positiva a tenerlas, y a su vez nos comportaremos de forma abierta, extrovertida, curiosa y alegre respecto a ellas.

No hay ningún comportamiento sexual que no tenga detrás una razón actitudinal que lo explique. Los comportamientos pasivos, erróneos, insatisfactorios, insanos, conflictivos e incluso delictivos, están relacionados con actitudes y creencias de las mismas características.

Pero sin necesidad de ir tan lejos a los casos más dramáticos. En la vida "normal" tenemos comportamientos sexuales erróneos que podemos mejorar o sustituir si adoptamos una perspectiva adecuada para sustituir las creencias erróneas y modificar las actitudes correspondientes.

Por ejemplo, hay personas que en sus relaciones sexuales se limitan a unas pocas caricias 'preliminares'  casi de trámite para excitarse y pasar a la penetración porque ellos consideran que en realidad el objetivo de las relaciones sexuales es la penetración y que lo demás es hasta prescindible.

Otras personas piensan que no puede haber penetración si previamente no hay unos preliminares...

Ninguna de las dos conductas es buena para una relación sexual satisfactoria. La flexibilidad, la creatividad, saber escuchar nuestro cuerpo y nuestros deseos... y el de nuestra pareja, son actitudes sanas, eficaces para una buena sexualidad.

Puede que se relacionen con personas que piensen y actúen como ellos. En este caso habrá menos posibilidades de conflicto de intereses, es decir, ambos tienen las mismas expectativas, por lo tanto no verán frustrados sus deseos. Aún así, estarán limitando mucho el campo del disfrute. Pero, además, lo normal es que se encuentren con personas que tengan un sentido más amplio de las relaciones sexuales y que, por lo tanto, ese comportamiento les produzca insatisfacción, irritación e incomodidad.

Detrás de su actitud reduccionista de las relaciones sexuales hay una creencia también reduccionista: "Relación sexual igual a penetración". Para que estas personas modifiquen su comportamiento hacia una actuación más amplia, más rica, más satisfactoria y lo hagan de un modo voluntario, será necesario que modifiquen su actitud y sus creencias, de lo contrario, aunque a nuestra petición modifiquen su conducta, ellos no experimentarán el placer y la satisfacción que su cambio puede revertirles y por lo tanto éste sólo será superficial, y quizá, con un coste en las relaciones.


©Lola Salinas