Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Desinhibición

La desinhibición sexual es la capacidad para desactivar, desmontar o eliminar ciertas barreras y censuras psicológicas, de modo que nos permitimos mostrarnos tal y como somos sin censurar, reprimir u ocultar aspectos de nuestro deseo sexual o de nuestras emociones en la intimidad con nuestra pareja.

La desinhibición implica disfrutar con lo que somos, no avergonzarnos de cómo nos gustan las cosas, ser capaces de compartir con nuestra pareja sexual nuestras fantasías y nuestros desdeos, juegos y emociones. Desinhibirnos es darnos a conocer.

La intimidad compartida con sensatez, es el escenario más adecuado para que se produzca la desinhibición. Los juegos eróticos, sensuales y sexuales son escenarios muy propicios para que logremos ser nosotros mismos y nos mostremos ante la otra persona como somos.

En realidad, la desinhibición forma parte de la intimidad compartida. La intimidad no solo es compartir el cuerpo, pasa por descubrirnos, mostrarnos y compartir lo que somos con nuestra pareja. Desinhibir nuestras emociones y nuestros pensamientos y deseos para compartirlos con nuestra pareja sexual provoca en nosotros muchísima satisfacción cuando son recibidos y aceptados. Nos produce la sensación de ser reconocidos y ser aceptados en ese reconocimiento. Inhibir nuestras emociones nos provoca una especie de aislamiento que impide el goce pleno y la plena satisfacción, provocando dificultades y problemas de respuesta sexual.

Si mostrándonos tal y como somos, no recibimos la acepetación plena, podemos plantearnos que quizás no somos dos personas compatibles, también podemos plantearnos que necesitamos una cierta regulación de nuestra actitud. En cualquier caso, la desinhibición es fuente de sinceridad y de diálogo, sobre el que construir una buena relación de pareja o unas buenas relaciones sexuales.

Respetar lo que otra persona desea o respetar los límites que nos pone en nuestras interacciones no está reñido con la desinhibición. Desde la desinhibición podemos negociar, aceptar los límites y aprender a respetar los gustos y preferencias de nuestra pareja. La desinhibición permite la transparencia y permite el diálogo y la negociación de un escenario común. El respeto a los límites de otra persona no implica que yo renuncie a mi personalidad, significa que yo o mi pareja no imponemos nuestra personalidad, gustos o preferencias, sino que construímos un lugar común, donde los dos tenemos cabida.



©Lola Salinas