Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

Salud Sexual

La salud sexual está vinculada a un nivel de bienestar físico, psicológico y social con relación a la actitud y las prácticas sexuales, así como a los órganos y zonas de nuestro cuerpo que participan en ellas.

La salud sexual tiene que ver con un estado general saludable (del ánimo, de las emociones, de los pensamientos...), con la ausencia de enfermedades asociadas al sexo y con la evitación de prácticas de riesgo o actividades que reduzcan nuestra capacidad de respuesta sexual.

La salud sexual también tiene que ver con la experiencia coherente, responsable y satisfactoria del sexo, evitando, por ejemplo, embarazos no deseados.

Por lo que hemos dicho hasta ahora, podemos ver que en la salud sexual intervienen muchos factores, no sólo los concernientes a prevención de enfermedades físicas, también pueden tener relación los estados de ánimo, el consumo de drogas, una dieta equilibrada, el hábito de fumar, la falta de ejercicio... todos los epígrafes de esta web tratan la salud sexual en planos psicológicos y sociales. En este apartado nos vamos a referir con más detalle a los aspectos físicos de la salud sexual.

La mejor medida para prevenir efectos no deseados de cualquier tipo es la información, prevención, control y responsabilidad. Demasiadas veces se nos recomienda la abstinencia como medida de prevención desde determinados ámbitos (iglesia, familia). Desde nuestro punto de vista la abstinencia total no es una actitud realista, esperable ni recomendable, tampoco es una práctica saludable y que contribuya al bienestar del individuo y a su crecimiento y desarrollo. Creemos que su recomendación como medio preventivo no es una actitud realista ni responsable porque no tiene en cuenta la verdadera naturaleza de las relaciones sexuales y sus implicaciones emocionales y físicas, pretendiendo limitarlas y reducirlas a una función meramente reproductiva.

Para practicar una sexualidad sana, satisfactoria, segura y responsable, pensamos que es mucho más maduro y positivo contar con la información correcta, los medios y las condiciones más realistas y conocer bien cómo podemos manejarlos para que podamos controlar nuestra salud sexual. La falta de educación social, psicológica, emocional y sexual de los individuos contribuye de forma espectacular a los fracasos individuales y de pareja en el desarrollo como personas y su maduración equilibrada.

El sexo seguro es la forma más racional y responsable de evitar problemas asociados (físicos y psicológicos), infecciones y embarazos no deseados.

La exclusividad sexual



Se ha dicho en numerosas ocasiones que el tener relaciones en exclusividad con nuestra pareja sexual, si está sana, es una garantía contra la transmisión de enfermedades. Sin embargo, me gustaría advertir del peligro que entraña esta pseudo medida preventiva tomada como una regla de carácter generalizable.

No siempre se pueden tener esas garantías. En primer lugar, muchas veces nuestra pareja sexual está infectada por algún tipo de hongos que no son sintomáticos en ella, pero si lo son en nosotros si nos los transmite, por lo que si a simple vista no son detectables, y es difícil que podamos conocer su existencia y prevenir su transmisión.

En segundo lugar, muchas parejas evitan hablar de otras relaciones esporádicas que hayan podido mantener al tiempo que están con nosotros. En cualquier ocasión se puede contraer una ETS.

Por último, no todas las relaciones sexuales que se mantienen son con personas que conozcamos lo suficiente o con las que vayamos a tener una relación estable, por lo que la posible garantía de la exclusividad no es una condición siempre presente.

En todos estos casos no debería ser suficiente confiar en el historial "médico" que cada uno comunica, ya que el deseo de tener relaciones, la vergüenza y/o la irresponsabilidad pueden ejercer de intermediarios entre la verdad y la actitud.

El sexo seguro, hasta tener la certeza de que lo podemos practicar sin ningún tipo de reparos, es aquel que nos protege del contacto con los virus, hongos, etc., es decir, la utilización de preservativo.

El preservativo



El preservativo es una barrera que permite aislar los fluidos y secreciones evitando que entren en contacto con nuestro cuerpo o el cuerpo de nuestra pareja. Sin embargo, nos permite disfrutar en un  alto grado de la misma sensibilidad del contacto que tendríamos si no lo tuviéramos puesto. Incluso podemos disfrutar de un mayor placer, por el hecho de sentirnos tranquilos y seguros, eliminando aspectos de tensión y estrés que pueden estar provocados por el temor y la inseguridad. La calidad del preservativo es importante para que podamos obtener el mayor placer con la mayor seguridad.

Hay muchos modelos y tamaños de preservativos que incluso incorporan elementos de fantasía como texturas, formas, colores, olores y sabores diversos, para hacer de su utilización un juego más que añadimos al juego de las relaciones sexuales. El propio acto de colocárnoslo o colocárselo a nuestra pareja puede ser parte del juego sexual. Podemos aprender juntos a utilizarlo, incorporar el aprendizaje como un juego de conocer más a nuestra pareja.

Para que el preservativo sea eficaz es necesario que su utilización sea la correcta. Hay que utilizarlo de forma continuada, no sólo de vez en cuando. Es necesario seguir correctamente las recomendaciones respecto a su colocación, mantenimiento durante toda la relación, retirada adecuada, etc.

Conviene saber que la utilización de lubricantes puede reducir la barrera porque debilite el tejido látex del preservativo. Así mismo, por muy obvio que sea, no hay que olvidar que cada preservativo es de un único uso y se ha de tirar tras su utilización. Su utilización en las penetraciones anales, implica que se deberá cambiar por uno nuevo cuando queramos seguidamente realizar una penetración vaginal o sexo oral.

Enfermedades de transmisión sexual



La transmisión de enfermedades sexuales se realiza a través del contacto de determinadas zonas de nuestro cuerpo con los fluidos y secreciones que contienen algún tipo de virus (VIH, hepatitis B, etc.) u hongos. Pueden causar infecciones de carácter general (VIH, hepatitis B) o de carácter local, pero en cualquier caso pueden afectar de forma muy seria al organismo causando dolor, problemas secundarios y trastornos relacionados.

La causa de que se transmitan por contacto sexual es que la mayor parte de los microbios de estas características requieren de una determinas condiciones de humedad y temperatura para desarrollarse, siendo el pene, los testículos, el recto, la vagina, la vulva o la boca lugares idóneos.

Las ETS se transmiten durante el coito anal o vaginal y/o el sexo oral. El contacto con la sangre infectada (como en el caso de las jeringuillas) puede ser la vía de transmisión de algunas de estas enfermedades como el VIH y la hepatitis B.

Es importante tomar medidas de higiene sexual para evitar la transmisión de este tipo de enfermedades. La prevención es la mejor medida, por lo que se recomienda la utilización de preservativos mientras no tengamos absoluta seguridad respecto al estado de salud y las posibles infecciones latentes o manifiestas de nuestra pareja. Esta seguridad sólo la tendremos con una analítica realizada a los seis meses de nuestra última relación (el VIH tarda este tiempo en ser detectable, después de transmitido). Una higiene adecuada evitará el desarrollo de cierto tipo de organismos que crecen al amparo de sustancias que secretan nuestros órganos.

La vergüenza o la desinformación son otro tipo de "intrusos" en nuestra mente que colaboran con los virus: no van a ayudar a mejorar nuestro estado de salud, más bien a empeorarlo. Así que, para evitar la transmisión tanto como para recibir un tratamiento temprano y adecuado, es recomendable modificar cuanto antes este tipo de actitudes.

En caso de que notemos alguna alteración en nuestro organismo y sospechemos que puede ser debida a algún tipo de infección, lo mejor es acudir a un centro de salud o de planificación familiar para una evaluación y diagnóstico rápidos. Cuanto antes atajemos el recorrido del "intruso" en nuestro cuerpo, más posibilidades tendremos de controlar su desarrollo y los efectos que pudiera acarrear.


Alcohol, otras drogas y barbitúricos



El uso de determinadas drogas y barbitúricos, así como el abuso de alcohol, puede afectar notablemente nuestra conducta y nuestra actitud, inhibiendo los procesos de control en las decisiones y comportamientos que adoptamos. Los barbitúricos pueden desinhibir inicialmente la respuesta sexual, pero su consumo en dosis elevadas puede producir el efecto contrario, incluso llegar a bloquearla.

El alcohol y la marihuana tienen dos tipos de efectos que son contrarios. Por un lado, inicialmente se produce una relajación física y mental, acompañado de desinhibición y una sensación de bienestar muy grata. Se eliminan barreras de prejuicios, vergüenzas y timidez, con lo que se consigue un estado de ánimo y mental muy proclives a las relaciones sexuales desinhibidas y placenteras.

En realidad lo que produce es una actividad más autónoma de los sistemas implicados en las emociones, desvinculando el control depresor del cerebro sobre esas emociones, así como sobre prejuicios, educación, normas, etc. Esta actitud más "emocional" puede provocar la aparición de un mayor deseo sexual, pero al mismo tiempo el alcohol puede inhibir la respuesta del sistema nervioso autónomo que está muy implicado en la erección.

La anticipación que el propio individuo hace del potencial placentero y de relax, ayudan a que psicológicamente el efecto placebo funcione. Es decir, con independencia de que se den o no todos los síntomas placenteros, el individuo mentalmente está sugestionado de forma muy positiva a vivirlos placenteramente.

No obstante, hay muchos estudios que indican que el uso continuado de marihuana puede provocar algún tipo de disfunción a largo plazo: alteración y reducción hormonal; reducción de esperma y menor número de espermatozoides; modifica los ciclos de ovulación; alteraciones en los embriones; alteración de los reflejos y de la sensibilidad del tacto.

El alcohol en el hombre a dosis relativamente pequeñas (o,08º) puede inhibir la erección y disminuir la intensidad en la sensación orgasmica masculina o inhibir la femenina. A dosis elevadas y continuadas puede producir problemas irreversibles en el sistema neuro-endocrino y en los vasos sanguíneos.

Otras drogas como la cocaína o los derivados del opio tienen reconocidos efectos como sustancias que provocan y aumentan la excitación y favorecen la respuesta sexual. Si bien esto es cierto, todas ellas tienen efectos secundarios negativos sobre la respuesta sexual, a nivel hormonal, psicológico y neuronal.

El tabaco afecta la vasodilatación debido a su responsabilidad en la generación de arteriosclerosis, pudiendo afectar la erección.

Alternativas sanas



Todos estos afrodisiacos, excitantes, desinhibidores, relajantes, etc. son sustancias psicoactivas, productos ajenos a nuestro cuerpo que actúan en nuestro sistema nervioso central o periférico, provocando ciertas reacciones químicas y conexiones neuronales que nos relajan, excitan, etc., modificando nuestra conducta. Como hemos visto, cuando actúan en nuestro cuerpo lo hacen de manera que afectan también aspectos de nuestra conducta o de nuestro organismo de forma negativa.

Nuestro cuerpo tiene sistemas de generar sustancias químicas similares, sino iguales, de carácter endógeno, es decir, propias. Se sabe que la mayoría de las drogas a las que responde el sistema nervioso, son sustancias químicas cuyas cadenas moleculares, parecidas o iguales, ya están presentes en nuestro sistema de producción y de recaptación. Por ello se estudia qué mecanismos pueden activar la producción de estas sustancias que actúan de neurotransmisores. Se sabe que determinadas actividades como el deporte, una vida y alimentación sanas, ciertas prácticas como la relajación, la reflexión, el placer, el equilibrio emocional, etc., favorecen la producción de sustancias como la serotonina, dopamina o endorfinas, etc., todas ellas en dosis equilibradas y con efectos beneficiosos sobre nuestro organismo y conducta.

La práctica de la relajación; los masajes corporales; el arte de las caricias; aprender a desinhibirse; conocer nuestra mente, sus bloqueos y sus posibilidades; practicar la reflexión y el autoconocimiento; explorar nuestra capacidad de comunicación; aprender a adoptar una actitud positiva ante las relaciones; internarnos por el mundo de nuestra percepción, experimentando todas sus posibilidades, etc. son una alternativa muy sólida, estable y gratificante a la utilización de alucinógenos, opiáceos, desinhibidores o potenciadores de la libido.

Entre otras, tienen la ventaja de que: contribuyen a mejorar nuestra estima; nos enseñan a conocernos; son beneficiosos a corto y largo plazo; no generan dependencias; sus efectos secundarios son positivos, ampliando el bienestar no sólo al momento de las relaciones sexuales, sino al resto de nuestras actividades sociales y personales.

La desventaja frente a la utilización de barbitúricos y afrodisiacos es que el proceso es más lento y requiere de un aprendizaje y de una dedicación y atención personales. Por otra parte, las sensaciones son menos intensas al principio, hasta que se alcanza un nivel de percepción adecuado.

Sin embargo, los resultados son mucho más amplios, porque la conciencia de su gozo es mucho más coherente con la totalidad del individuo. Su efecto también tiene mucha mayor permanencia
en nuestra sensibilidad y nuestra conciencia, debido a que cuando disfrutamos sin la ayuda de desinhibidores externos o ajenos a nuestro cuerpo, lo hacemos sin menoscabar ningún otro sentido y con un estado de conciencia pleno. Otra ventaja es que no dependemos del exterior para lograr un estado y alcanzar la gratificación.


©Lola Salinas.